El día es diferente y el aliento, aunque pareciera igual, se desvanece con el paso del tiempo… Las palabras fluyen y entre la razón y el sentido todo encuentra lugar, pero al trasladarse al sentimiento, el corazón se apresura, y entonces el dolor y la nostalgia invaden mi ser.
Mi voz tiembla al sentir el vacío que emerge de mi alma, y un grito ensordecedor se emite desde lo más profundo, una voz sin eco sacude todo mi interior, cuando el alma desalentada pierde fuerza y se siente opaca.
Entre las tareas cotidianas el tiempo pasa y el afán del día no deja sentir el paso del silencio, de la pregunta, del vacío, de la soledad… No hay vuelta atrás, el camino continúa, a veces entre la niebla y la lluvia que acrecientan el frío y la nostalgia…
¿Qué duele? La ausencia, la resignación, la falta de valor, el exceso de amor, la falta de perspectiva.
Hasta las palabras huyen de la tristeza… sin lugar a dudas mi corazón se está rompiendo bajo mi mirada y puedo sentir como su aliento se debilita y ahoga las lágrimas que quieren brotar sin cesar.
Mi voz tiembla al sentir el vacío que emerge de mi alma, y un grito ensordecedor se emite desde lo más profundo, una voz sin eco sacude todo mi interior, cuando el alma desalentada pierde fuerza y se siente opaca.
Entre las tareas cotidianas el tiempo pasa y el afán del día no deja sentir el paso del silencio, de la pregunta, del vacío, de la soledad… No hay vuelta atrás, el camino continúa, a veces entre la niebla y la lluvia que acrecientan el frío y la nostalgia…
¿Qué duele? La ausencia, la resignación, la falta de valor, el exceso de amor, la falta de perspectiva.
Hasta las palabras huyen de la tristeza… sin lugar a dudas mi corazón se está rompiendo bajo mi mirada y puedo sentir como su aliento se debilita y ahoga las lágrimas que quieren brotar sin cesar.
Y así empezó mi pesadilla. Vuelta a casa si ganas, con resignación, con la culpa a mi espalda como una daga. No, papá, no lo intentes, no intentes abrazarme, pues no me merezco tu amor, ni el de mamá, ni el de nadie. Yo tenía que estar en esa tumba a seis metros bajo el suelo y él creciendo, enamorándose, casándose... siendo feliz. Porque fue mi culpa. Mi culpa.
La poesía inicial no me pertenece. Puesto que no sé el autor de dicha obra, no lo publicaré, pero los créditos y el mérito de escribir dicho fragmento son suyos.
